sábado, 14 de septiembre de 2013

El Indiscreto Encanto de la Mariconería.

Pedro Lemebel

     Pedro Lemebel es un escritor chileno nacido a mediados de la década del 50 en condiciones humildes, de modo que la pobreza lo marcó desde pequeño, conjuntamente con su condición homosexual, ambos elementos que tendrán una gran relevancia dentro de su modus vivendi e ideología, así como en su propia literatura.
     Como veinteañero y ya “instalado” dentro de su alternativa forma de vivir (una homosexualidad afeminada que tiene mucho de travestismo y en la cual el homosexual es “la loca” y no el gay masculino que corresponde a la visión actual de muchos que asumen esta condición), le tocó vivir y defender los ideales del gobierno de la Unidad Popular (bajo el liderazgo del Presidente de la República Salvador Allende, el primer gobernante socialista elegido democráticamente en todo el mundo); este importante periodo de la historia del Chile, fue quizás la primera vez en que la comunidad homosexual (y nótese no gay, puesto que el propio Lemebel no se considera parte de este particular grupo, al que luego en su propia obra y particularmente en su libro Loco Afán va casi a reprobar) nacional tuvo su apertura al resto de la sociedad criolla.  No obstante luego con el Golpe Militar de Pinochet y su dictadura de 17 años, el sueño se le esfumó en parte y como pudo sobrevivió en su por ya entonces “peligroso” estilo de vida, siempre manteniendo el resentimiento por la represión, inseguridad, hipocresía y violencia que la derecha depositó en los corazones de tantos compatriotas.
     Quizás uno podría llamar maricón a Lemebel frente a su cara, sin que éste frunza el ceño, ni se inmute, pero no poco hombre, puesto que el artista desde sus primeros años demostró valentía para asumir su dignidad como persona y más todavía como homosexual; así fue como en el año 1987, aún en plena dictadura, tuvo la osadía de crear un colectivo artístico junto a su amigo y “colega” Francisco Casas (por lo que más que colectivo, resultó ser un dúo) de performances artísticos de clara connotación homosexual y de protesta política; Las Yeguas del Apocalipsis como se llamaron y son recordad@s hoy en día, realizaron varios montajes que irrumpieron en los entonces cerrados círculos del llamado “apagón cultural” del gobierno de Pinochet, en medio de eventos al que llegaron de improviso y sin ser invitad@s; cabe tener presente que sus intervenciones artísticas continuaron hasta los primeros años del regreso a la democracia.
    A la fecha Lemebel (siendo su primer apellido Mardones, pero optando por legalizar y hacer propio el de su madre como único apellido, debido a que su progenitor los abandonó a él y a su madre a muy temprana edad) ha ganado numerosos premios y participado en diversos actos literarios y culturales (ahora sí como invitado), donde ha destacado por su personalidad excéntrica, extrovertida, pero siempre chispeante.  Recientemente se le concedió el Premio José Donoso a lo que declaró con su habitual ironía y actitud deslenguada que con la plata se pondría pechugas.
    De reconocimiento internacional, tanto en Europa, como en el resto de Latinoamérica y de seguro otras zonas del mundo, la fama lo sorprendió cuando su amigo el difunto escritor también chileno y emigrado en España, Roberto Bolaño, lo apadrinó literariamente.  A partir desde entonces, en pleno 1999, su carrera como autor se internacionalizó, gracias a la publicación de su segundo libro Loco Afán: Crónicas de Sidario en España por la editorial Anagrama, la misma que editaba el trabajo de Bolaño; no pasó mucho tiempo para que Lemebel fuese traducido al francés, italiano e inglés.
    Dentro de su labor literaria, se encuentran en un principio cuentos (siendo uno de ellos, Porque el Tiempo está Cerca, ganador del primer premio de un concurso de la Caja de Compensación Javiera Carrera, su primera obra en hacerlo conocido en el rubro; cabe desatacar que este acontecimiento fue en 1983, durante el gobierno de Augusto Pinochet, siendo además que su relato ya anticipaba la temática de su obra en conjunto, relacionada con la homosexualidad marginal).  Luego el autor orientó su trabajo prosístico hacia la llamada crónica urbana, un subgénero híbrido (como su propia apariencia afeminada tan propia de los travestis, con los cuales éste bien se siente reflejado) proveniente de la prensa escrita y que él escribe  basándose en sus propias vivencias y en la de otras “locas” de su conocimiento; todo redactado de forma poética, aunque mezclando además jerga coloquial y mucha, mucha ironía.  He aquí un ejemplo de su desempeño en este subgénero que tanto le gusta:

     Santiago se bamboleaba con los temblores de tierra y los vaivenes políticos que fracturaban la estabilidad de la joven Unidad Popular. Por los aires un vaho negruzco traía olores de pólvora y sonajeras de ollas, «que golpeaban las señoras ricas a dúo con sus pulseras y alhajas». Esas damas rubias que, pedían a gritos un golpe de Estado, un cambio militar que detuviera el escándalo bolchevique. Los obreros las miraban y se agarraban el bulto ofreciéndoles sexo, riéndose a carcajadas, a toda hilera de dientes frescos, a todo viento libre que respiraban felices cuando hacían cola frente a la UNCTAD para almorzar. Algunas locas se paseaban entre ellos, simulando perder el vale de canje, buscándolo en sus bolsos artesanales, sacando pañuelitos y cosméticos hasta encontrarlo con grititos de triunfo, con miradas lascivas y toqueteos apresurados que deslizaban por los cuerpos sudorosos. Esos músculos proletarios en fila, esperando la bandeja del comedor popular ese lejano diciembre de 1972. Todas eran felices hablando de Música Libre, el lolo Mauricio y su boca aceituna, de su corte de pelo a lo Romeo. De sus jeans pata de elefante tan apretados, tan ceñidos a las caderas, tan apegados a su ramillete de ilusiones. Todas lo amaban y todas eran sus amantes secretas. "Yo lo vi. A mí me dijo. El otro día me lo encuentro". Se apresuraban a inventar historias con el príncipe mancebo de la televisión, asegurando que era de los nuestros, que también se le quemaba el arroz, y una prometió llevarlo a la fiesta de Año Nuevo. A esa gran comilona que había prometido la Palma, esa loca rota que tiene puesto de pollos en la Vega, que quiere pasar por regia e invitó a, todo Santiago a su fiesta de fin de año. Y dijo que iba a matar veinte pavos para que las locas se hartaran y no salieran pelando. Porque ella estaba contenta con Allende y la Unidad Popular, decía que hasta los pobres iban a comer pavo ese Año Nuevo. Y por eso corrió la bola que su fiesta sería inolvidable.
     Todo el mundo estaba invitado, las locas pobres, las de Recoleta, las de medio pelo, las del Blue Ballet, las de la Carlina, las callejeras que patinaban la noche en la calle Huérfanos, la Chumilou y su pandilla travesti, las regias del Coppelia y la Pilola Alessandri. Todas se juntaban en los patios de la UNCTAD para imaginar los modelitos que iban a lucir esa noche. Que la camisa de vuelos, que el cinturón Saint - Tropez, que los pantalones rayados, no, mejor los anchos y plisados como maxifalda, con zuecos y encima tapados de visón, suspiró la Chumilou. “De conejo querrás decir linda, porque no creo que tengas un visón." “Y tú regia. ¿De qué color es el tuyo?” "Yo no tengo", dijo la Pilola Alessandri, “pero mi mamá tiene dos.” "Tendría que verlos.” "Cuál quieres. ¿El blanco o el negro?” “Los dos”, dijo desafiante la Chumilou. “El blanco para despedir el 72, que ha sido una fiesta para nosotros los maricones pobres. Y el negro para recibir el 73, que con tanto güeveo de cacerolas se me ocurre que viene pesado.” Y la Pilola Alessandri, que había ofrecido los abrigos, no pudo echarse para atrás, y esa noche de fin de año llegó en taxi a la UNCTAD, y después de los abrazos, sacó las pieles sustraídas a la mamá, diciendo que eran auténticas, que el papá los había comprado en la Casa Dior de París, y que si algo les pasaba la mataban. Pero las locas no la escucharon, envolviéndose en los pelos posando y modelando mientras caminaban a tomar la micro para Recoleta, comentando que ninguna había probado bocado, menos la Pilola que en el apuro por sacar los abrigos se había perdido la cena familiar con langosta y caviar, por eso estaba muerta de hambre, con el estómago hecho un nudo, desesperada por llegar donde la Palma a probar los pavos de la rota”.
La Noche de los Visones (o La Última Fiesta de la Unidad Popular), fragmento.

      Tal como se puede apreciar en el extracto anterior, Lemebel acostumbra conjugar sabiamente en sus textos, prosa poética, con coprolalia, algo propio de un individuo sensible como él, pero que ha pasado parte importante de su existencia conviviendo con personajes populares y marginales, de los cuales se siente parte.  A su vez sus crónicas son el reflejo que hace el escritor de un sector de la sociedad chilena que antes no tenía voz en las letras nacionales, registrando de este modo sus costumbres, triunfos y desgracias, así como su propia historia de tal manera que personas que de otro modo serían olvidados, por medio de su labor obtuviesen la inmortalidad literaria.  Por otro lado, como homosexual que es (y se debe hacer la diferenciación con el gay, estilo de vida del cual Lemebel no se siente parte y según se puede apreciar en su libro Loco Afán desprecia, lo que más adelante será abordado en este mismo texto), acostumbra feminizar todos los nombres y adjetivos que utiliza para referirse a sus amig@s y conocid@s, la mayor parte de ell@s homosexuales afeminados y travestis como él.
    Otro elemento importante en su trabajo literario, es la declaración tajante y explosiva de su postura política comunista y claramente partidista (pese a que en su momento en el mismo Partido sufrió la discriminación por su homosexualidad, siendo que en todo caso quienes deberían ser más tolerantes, muchas veces son todo lo contrario y bien es sabido de la tendencia homofóbica de muchos comunistas).  A su vez es habitual dentro de sus propios escritos, la manifestación de su desprecio hacia los personajes elitistas y en especial aquellos que apoyaron iniciativas ligadas al Golpe Militar y a su posterior gobierno, así como a la gente en general de mentalidad estrecha.  No obstante todo esto lo presenta el autor sazonado con mucho sarcasmo, muchas veces riéndose de sí mismo y de su gente, pero también con una gran ternura cuando la ocasión lo amerita.
Pablo Simonetti.

La literatura homosexual de Pedro Lemebel contrasta con la de otro autor nacional de temática similar, el cual en todo caso aún no posee la inmensa trayectoria y el reconocimiento internacional que destaca al artista a quien hoy le dedico mi tiempo: Pablo Simonetti.  Simonetti es lo que Lemebel casi peyorativamente llamaría como gay, pues éste no es afeminado como él, mucho menos travesti, ni pertenece a la marginalidad de la que forma parte Pedro.  Por el contrario, Pablo Simonetti pertenece a un estrato social mucho más alto y por ende él escribe sobre personas como él, gays de posición acomodada y profesionales, tipos que no por ser homosexuales se “mujerean” entre sí y les gusta usar prendas femeninas como a su contrapartida y a sus amig@s.  De hecho, Simonetti a diferencia de Lemebel, en su apariencia no se ve como la “señora” de vestimenta medianamente estrafalaria, chillona y algo artesanal con la que se le acostumbra vérsele hoy en día; puesto que Simonetti viste de forma sobria, con camisas que por cierto deben costar bastante, lo que acentúa su postura masculina, puesto que no tiene por qué negar su virilidad  pese a su orientación sexual.  El mismo Pablo resulta ser un hombre atractivo, a diferencia de Pedro quien para nada lo es (y qué raro, ambos poseen nombres de corte bíblico y tradicional).  De este modo al leerse en contraste a ambos autores chilenos, bien se puede tener un panorama mucho más completo de lo que significa en la actualidad ser gay en Chile.
    En el año 2001, Pedro Lemebel publicó la que hasta ahora ha sido su única novela, Tengo Miedo Torero, afortunada incursión en el género que hace lamentar que el escritor no haya vuelto a escribir usando este formato.  El título del libro remite a la letra de una de esas canciones “apasionadas”  que tanto les gustan a los individuos como Lemebel (elemento que ya se había visto en su elección para titular cada uno de los capítulos de su Loco Afán), pero también posee más de un significado, entre ellos tiene relación con la circunstancia vital en la que se encuentra un@ de sus protagonistas, al tener que verse en la incertidumbre de sufrir por la vida de su amor platónico.  La novela posee carácter de narrativa histórica, ya que se encuentra ambientada en plena mitad de la década de los ochenta en Chile, meses previos al famoso atentado a Pinochet en el Cajón del Maipo por un grupo guerrillero contrario a su gobierno.  El texto se encuentra dividido en dos focos de narración, siendo el principal aquel ubicado dentro del punto de vista de “La Loca del Frente”, proyección literaria del propio Lemebel, quien entra en amistad con un apuesto y encantador universitario y del que se enamora en secreto; éste último resulta ser parte del equipo encargado de dar muerte al dictador de forma sorpresiva.  El segundo nivel de la narración, gira en torno a Lucía, nada menos que la esposa del dictador militar de derecha y al que el novio platónico de la Loca del Frente pretende derrocar junto a los suyos; así durante los capítulos dedicados a ella, se nos cuentan sus propias vicisitudes, la mayoría propias de una persona inauténtica y preocupada por el qué dirán, lo que contrasta con el espíritu libre y bondadoso de la otra protagonista.  En ambos segmentos del libro, Lemebel cambia su estilo narrativo, sorprendiendo en los capítulos dedicados a Lucía, donde su prosa llega a tornarse mucho más sutil y hasta solemne, elección que llama la atención para un personaje que demuestra claramente carecer de las virtudes de la “otra” protagonista, pero por quien pareciera que el autor siente lástima debido a sus propias miserias.
    A continuación un fragmento representativo de los dos focos narrativos de Tengo Miedo Torero:

     “Nunca una mujer la había provocado tanto cataclismo en su cabeza. Ninguna había logrado desconcentrarlo tanto, con tanta locura y liviandad. No recordaba polola alguna, de las muchas que rondaron su corazón, capaz de hacer este teatro por él, allí, a todo campo, y sin más espectadores que las montañas engrandecidas por la sombra venidera. Ninguna, se dijo, mirándolo con los ojos bajos y confundidos. Intentando recobrar el pulso de su emoción. Tratando de volver al razonamiento frío de los números y ecuaciones de tiempo que requería el trazado de su plano. Porque el día se iba rápido y no existía una segunda oportunidad para corregirlo.  Por eso le pedía que por favor, que al menos por media hora dejara de mirarlo así, con esa llamarada oscura quemando su virilidad, demandando su cariño. Que por favor cortara la música, ese cassette presagiando desgracia, ese disco de burdel antiguo, ensangrentando la tarde de antemano. Que después podía ponerlo las veces que  quisiera, pero hora era urgente terminar el trabajo. Se me acaba la luz, faltan algunas fotos y tenemos hasta las 6 nada más”.


    El extracto de arriba se centra en todo caso en Carlos, el joven universitario al que la Loca del Frente adora, si bien obviamente forma parte de los capítulos dedicados a este último personaje.

     “La comitiva venía de regreso, después de largo fin de semana en que el Dictador y su mujer oxigenaron sus pensamientos en el oasis cordillerano del Cajón del Maipo. Como él lo supuso, ella no había parado de chicharrear de la mañana a la noche, en que caía rendida durmiéndose pesadamente bajo el antifaz de avión que trajo del viaje a Sudáfrica. Pero en la mitad del sueño, cuando él se disponía a cerrar los ojos, ella sonámbula seguía en su charla molestosa.
    Soñaba que venía en el avión, regresando de esa fallida visita a Sudáfrica. ¿Viste? Yo te dije, te lo advertí mil veces que aseguraras bien si nos iban a recibir esos cholos mal educados. Pero no, tú déle y déle conque ellos estaban de acuerdo con tu gobierno, porque era uno de los pocos países que te admiraban por haber derrotada al marxismo. Fíjate tú, por hacerte caso, mira tú qué bochorno, qué plancha, qué vergüenza Dios mío llegar allá y tener que devolverse al tiro, sin siquiera bajar del avión. En mi vida me había sentido tan mal, tan humillada por esos negros mugrientos y todo por tu culpa viejo porfiado. Gonza me lo dijo, me lo advirtió tanto que no debía ir. El calor es terrible me dijo, y tanta humedad y tanto negro resentido, y tanta revuelta. Mejor quédese aquí. Gonza me vio el I Ching y ahí salía. No te digo. “No cruzar el agua, permanecer quieto”, decía ese libro sabio. Pero tú nunca me haces caso, tú siempre tan incrédulo, tu siempre desconfiando de Gonza que es tan buen chiquillo. Tan amoroso, que me prestó su caftán de seda pura, y me llenó las maletas de ropa fresca y sombreros de safari y repelentes. Para que no la piquen los mosquitos, que sacan el pedazo en esas selvas, me advirtió. Y me regaló docenas de guantes para que le de la mano a la Reina Isabel, porque allá hay tanta sarna y esos negros siempre tienen las manos sudadas”.

    Tal como se puede observar en las dos citas textuales, el autor ocupa buena parte de la narración en detenerse en el pensamiento de sus personajes; no obstante en el caso de Lucía usa la primera persona de forma constante para darle aires de confesión a sus capítulos, pero con la intención de mostrar la soledad misma de la mujer, quien en realidad pese a todo el poder que ostenta su marido, es alguien infeliz.
    En 1996 publicó Loco Afán: Crónicas de Sidario, su segundo libro.  La primera parte del título remite a los personajes de la vida real a los que dedica una vez más sus escritos: “locas”, gays de procedencia popular, que en muchos casos ofician de prostitut@s, cada uno de ellos excéntricos en su existencia y personalidad, como acostumbran a ser de extrovertid@s sus pares (tal cual el mismo Lemebel).  El subtítulo del tomo tiene relación con al menos las dos primeras partes del texto, llamadas melodramáticamente Demasiado Herida y Llovía y Nevaba Fuera y Dentro de Mí, donde el artista cuenta en cada crónica cómo el SIDA lo ha sobrellevado uno y otro de sus singulares personajes sacados de la vida real.  Lo que bien llama la atención de este apartado del libro, es cómo Lemebel escapa a la compasión barata y prefiere ilustrar con gran humor (negro por cierto), en muchas ocasiones, con poética solemnidad en otras, la humanidad de estos curiosos personajes y a los que el autor logra poner por sobre sus desgraciadas circunstancias.
     Desde el comienzo del libro recién mencionado, resalta tal como ya se abordó más arriba, la separación tajante que hace Lemebel del estilo de vida por el cual él ha optado y a cuyos miembros que cuando no llama homosexuales, los designa con familiaridad colizas o con cualquier otro término propio de la jerga coloquial chilena para referirse a sus congéneres; de este modo, Pedro se separa del gay, estereotipo al que considera propio de la invasión cultural USA, con su imagen masculina y deportista, tan lejana a su propia identidad y a la de los travestidos seres a los que dedica sus crónicas.  Por otro lado, tal como demuestra el propio Lemebel en sus escritos, su interés homoerótico no se orienta hacia este sector más sofisticado del mundo homosexual, si no al hombre común y corriente, personajes toscos y de la clase obrera, hombres casados aburridos de las negativas de sus esposas…
    La tercera parte del libro, lleva por título El Mismo, el Mismo Loco Afán se detiene en temas varios, comenzando con un desgarrado discurso de corte lírico, en el cual el autor hace una apología de sí mismo y que fue leído por primera vez en un acto del Partido Comunista.  Desde mi propio punto de vista, a partir de aquí el libro se torna mejor, puesto que es entonces que su autor logra mostrar con creces su talento al abordar el tema de la homosexualidad desde diferentes perspectivas y ya no centrada en el drama del SIDA (lo que bien podría llegar a cansar o deprimir al lector).
     Besos Brujos es quizás uno de los segmentos más atractivos del libro, puesto que gira en torno a la homosexualidad y el arte (temas bastante ligados entre sí, históricamente hablando).  De este modo Lemebel en cada una de las crónicas que integran el capítulo o apartado, muestra cómo desde la música, las artes plásticas y la televisión, el mundo homosexual se haya presente casi a manera de un alternativo incontente colectivo y de la tradición popular chilena e hispanoamericana.
     Por último, con Yo Me Enamoré del Aire, del Aire me Enamoré, el escritor trae a la memoria a una que otra “loca” nacional, que en su momento para bien o para mal hizo historia en los medios de comunicación masivos durante los últimos años, rescatando para el recuerdo los singulares episodios que protagonizaron.  Es a su vez en este segmento final, donde el Lemebel más literario demuestra su gran capacidad como albacea de los suyos, a la hora de recordarnos que humanidad es sinónimo de diversidad.
    La apariencia y actitud de Pedro Lemebel en la vida pública puede bien incomodar a algunos, lo mismo sucede con sus escritos, pero negar su talento narrativo y la trascendencia de su obra, bien resultaría un crimen de intolerancia e ignorancia ante uno de los artistas más virtuosos de las letras actuales de Chile (no en vano hoy en día sus libros están entre las lecturas complementarias recomendadas por el Ministerio de Educación).

Las Dos Fridas, montaje plástico de Las Yeguas del Apocalipsis.

10 comentarios:

  1. Nunca he leído a Lemebel, según relatas parece interesante y con bastante contenido social, además de tener ese punto de vista que podría decirse es al menos singular para el más apartado de estas temáticas.

    Me quedó dando vueltas la diferenciación entre el "homosexual" y el "gay", si bien tengo entendido la comunidad homosexual se compone de gays, lesbianas y cualquier otro tipo de sub clasificación respectiva creo la forma más acertada de llamarles a los referidos por Lemebel es tal y como el lo dice; colizas, yeguas, no sé la verdad pero creo todos entienden la connotación que dichas expresiones tienen(sobre todo el las poblaciones etc) si bien no creo exista un termino oficial para describirlos.

    Bueno me despido Elwin, quizás algún día me anime a leer algo de este autor aunque últimamente ando flojo para la lectura.

    Saludos.

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  2. Muchas gracias, Luciano, por detenerte otra vez a leerme y comentarme. El 28 de este mes Lemebel y Fuguet dan una conferencia en el GAM ¿Así se abrevia? Mañana lunes hay que ir a buscar las entradas por si te interesa. Voy a llevar mi libro a ver si me lo autografía.

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  3. Interesante entrada Elwin, para reflexionar. España, pese a la gran presencia social que tiene el colectivo GLBT (como prefieren llamarse, por las sigla de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales), sigue siendo un país muy homófobo. Sólo hay que ver el fuerte rechazo que provocó la ley del matrimonio homosexual en determinados sectores sociales, pese al importante avance que supone en la igualdad de derechos de todas las personas.

    Si bien los homosexuales tienen una importante papel en los medios de comunicación, normalmente está muy estereotipado y encasillado en programas televisivos "del corazón" y de cotilleos. Dentro de la figura de "la loca", "locaza" o "mariquita" como se dice en España, destacaría el venezolano Boris Izaguirre, que como escritor fue finalista del Premio Planeta.

    Debemos recordar que durante la dictadura franquista, ser homosexual era delito, existía un registro policial de personas con esta orientación sexual, y mucha gente cumplió pena de prisión o recibió extorsión y violencia policial por el mero hecho de su sexualidad diferente.

    Esto provocó la famosa figura del homosexual "en el armario", muchas veces casado con una mujer e incluso teniendo hijos. Por la misma razón, a la hora de expresar su libertad hoy día o "salir del armario" se provocan esas muestras tan exageradas que en España se llaman "soltar pluma" o "perder aceite".

    Bueno, me extiendo demasiado. Un saludo desde Galicia amigo Elwin.

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  4. Nunca me aburre leer tus comentarios, al contrario, siempre aprendo algo nuevo, como en los mismos textos de tu blog. Yo pensaba por lo que he visto y leído acerca de España y la comunidad LGTB, que allá ya se había esfumado el problema de la homofobia, pero lo que me dices no es tan así.

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  5. No voy hablar de Pedro Lemebel sería demasiado largo, no porque desee dar una catedra de su obra literaria, sino que como escritor tuyo mucho que decir. Solo deseo destruir unos cuantos mitos. Elwin los comunistas no son humanistas, no defienden los derechos humanos y bajo ninguna circunstancias conocen el concepto de la tolerancia y la diversidad de opinión, por tanto, es muy incompresible que en tu escrito hables de ellos como si fueran modelos de virtud, existen aproximadamente 80 millones de personas que no te lo podrán decir porque fueron asesinadas por ellos y 240 millones que si te lo dirán porque sobrevivieron a sus torturas, campos de concentración y bestiales gobiernos. Entre esta lista existen miles de homosexuales, que se les torturo y asesino por ser justamente homosexuales en los gobiernos del "Pueblo". Lemebel era en este punto un miope, una cosa es estar encontra del gobierno de Pinochet y otra es creer en el "viejito Pascuero" y unirse a los que por décadas habían asesinado a sus iguales. El segundo mito es creer que el "presidente democrático" Allende era pro - gay, debes v ver dos excelentes tesis de licenciaturas del departamento de historia de la universidad Metropolitana en donde queda bien confirmado y documentado el nivel de intolerancia del gobierno del propio "compañero" presidente hacia los grupos Gay, otra vez, mal Lemebel.

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    1. Estimado Sardaukar, como escribí este texto y a raíz de tu siempre feliz comentario, más mi mala memoria, tuve que releer lo escrito por mi para contestarte con mayor peso.
      La verdad es que creo que malinterpretas mi visión aquí expuesta, pues en ningún momento afirmo que los comunistas sean humanistas, aunque conozco a varios que están entre las mejores personas con las que el Señor me ha cruzado. Por otro lado, tengo bien claro que las peores dictaduras modernas han sido las cometidas por gobiernos marxistas (sinceramente creo que los ideales de mucha de esta gente son genuinos, no obstantes como las personas estamos llenos de imperfecciones, nunca falta quienes al llevarlas a cabo cometen verdaderos atropellos, tal como sucede con muchos que afirman seguir las directrices de Dios y ya vez tanto sufrimiento que ello ha provocado).
      En cuanto a lo que cuentas sobre la homofobia de la UP, muy interesante lo que afirmas y ello me lleva a querer saber más al respecto.
      Gracias por los datos que aquí expones.

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  6. Elwin, si bien es efectivo que en este cometario con presión no hablas textualmente sobre los comunistas dejas un velo de que estos son "intelectuales y humanistas", ahora bien lo dices en su entrevista. De los amigos comunistas, bueno eso es otra cosa, mientras estén contenidos y sometidos a las leyes y al orden todo va bien (aun que uno debe cuidarse de no juntarse mucho con defensores de los gobiernos genocidas como católico). Por lo del "Presidente Allende", Una de esas tesis la escribió un buen ex alumno mío, socialista y gay, quien deseaba ensalzar la libertad sexual del susodicho personaje y durante su investigación se encontró con documentos y cartas donde demuestra toda su homofobia, si lo deseas puedo contactarte con él.

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    1. Interesante sería profundizar en el tema, aunque la verdad prefiero dedicarme a temas más banales. Gracias como siempre y, por cierto, me encantaría ver tu ícono de guerrero de las arenas como seguidor en este humilde blog. A todo esto, como veo que eres un "católico viejo", quizás sea de tu agrado este texto: http://elcubildelciclope.blogspot.cl/2015/04/mi-pelicula-religiosa-favorita-de.html

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  7. Elwin es necesario profundizar en las cosas que decimos y pensamos, creo que tu blog tiene temas que escapan a lo banal y trivial, ciertos comentarios que es bueno profundizarlos, recuerda que muchos son los que leen tus escritos y pueden llevar una mala idea de los genocidas o de los mitos políticos a través de tus palabras, como escritor y difundidor de ideas en el plano de lo publico, te debes a ti y tus lectores una clara y muy definida moral.
    No se como colocar mi símbolo en tu blog

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    1. Estimado Sardaukar, profundizo los temas en la medida que mis limitadas capacidades y el tiempo me lo permiten. Mi propósito a la hora de escribir no es otra cosa que hacer una apreciación estética de lo que leo y veo, que como bien sabes la belleza está en el ojo del observador, razón por la cual al final siempre lo que uno diga estará teñido por la subjetividad (si bien sé muy bien que existen patrones que son constantes y no se pueden relativizar). Tendré en cuenta tus palabras la próxima vez que emita juicios de corte político en el blog.
      Y, por cierto, es fácil hacerse seguidor: solo debes ir a la columna derecha de la pantalla y donde sale la franja azul con la leyenda "Participar en este sitio" hacer click con el cursor y la magia ya estará lista.

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