viernes, 1 de agosto de 2014

Mapas en un Espejo 5: Canciones Perdidas. Los Cuentos Ocultos.


     De los tres tomos comentados en esta serie de artículos y que componen entre sí el corpus de un libro bastante voluminoso, este volumen resulta ser bastante especial.   Cabe recordar que Mapas en un Espejo corresponde al primer gran compilado de la mayoría de la narrativa breve de los primeros años de Orson Scott Card, la cual dividió en 5 partes según temática y/o subgénero; esta recopilación a su vez en su edición en bolsillo fue dividida en varios tomos, siguiendo al pie de la letra la misma clasificación que hizo a su obra el autor.  Volviendo al carácter especial de este último libro que forma parte de la mentada colección, ello se debe a que su escritor incorporó en este caso tres tipos de textos y los cuales responden a un particular grupo de sus creaciones.   En primer lugar se encuentran las versiones originales de algunos de sus novelas más memorables y que gracias a este libro es posible leerlos tal y como en una primera instancia el artista las ideó.  De este modo el lector, que en el mayor de los casos ya conoce y aprecia la labor literaria de Card, puede llegar a conocer las novelas cortas y el poema épico que originaron con el tiempo libros hoy en día ya clásicos como lo son Maestro Cantor, El Juego de Ender y El Séptimo Hijo respectivamente; por ende, al contrastar de forma mucho más concreta la primera narrativa del autor y luego compararla con sus trabajos posteriores y ya propios de su madurez literaria, queda de manifiesto su evolución prosística.  A su vez estas “semillas” de lo que luego serían algunas de las novelas más destacadas de la ciencia ficción y la fantasía actual, no dejan de ser textos que en realidad vale la pena leer; esto porque aún en su versión  más sintetizada poseen sus propias virtudes, puesto que independientemente de la relación con sus versiones mayores, se constituyen en trabajos tanto entretenidos, como en textos con valor artístico propio y que presentan temas tan caros a la humanidad misma, como lo son la búsqueda de la felicidad, la soledad y el problema del dolor.   El segundo apartado de relatos cortos agregados a este quinto volumen, corresponde a unos cuantos títulos que para nada tienen que ver con los géneros en los cuales destaca alguien como Orson Scott Card; esto quiere decir que son cuentos “realistas”, por lo que el lector no encontrará en ellos extraterrestres, ni máquinas sofisticadas, dragones u otros elementos propios de su pluma más conocida.   En este sentido es que el lector puede encontrarse con más de una grata sorpresa, lo mismo que con la última sección del tomo; de este modo en muchos de estas llamadas “canciones perdidas” o “cuentos ocultos” destaca un sano humor que no es posible ver en sus obras más largas y sublimes, siendo que no por ello dejan de ser escritos de verdadero interés para uno.   Por otro lado la última parte de este libro, contiene algunas de las narraciones que este escritor ha realizado para la comunidad mormona, a la que pertenece con orgullo y donde es más que un activo miembro; es así que los relatos concernientes a este singular apartado, tienen de personajes a sujetos de dicha fe y que a través de estas historias el escritor destaca valores tan importantes para su religión, como lo es el sentido de la familia.  No obstante no por ser estas últimas narraciones dirigidas originalmente a lectores mormones, dejan de poseer un valor artístico que además les otorguen un carácter universal, independientemente de la ideología de sus nuevos destinatarios.  En todo caso se advierte que hay en esta sección cierto cuento que bien puede “hacer ruido” al no mormón, tal como me sucedió a mí, debido a una que otra idea que a una mente menos ortodoxa le pueden parecer desagradables (ya se hablará más debajo en particular de esta obra, así como no se omitirán los comentarios de rigor al respecto).  Resumiendo, en la inmensa gama de textos que se hayan dentro de esta última entrega de Mapas en un Espejo, es posible encontrarse con una literatura más variada que nunca, a la hora de considerar el trabajo como cuentista de Orson Scott Card; de este modo es en dicha multiplicidad que se puede identificar sin vacilaciones el talento nato de su autor, quien demuestra en cada subgénero que aborda la maestría de sus obras más extensas y con la que ha logrado conquistar el corazón de sus seguidores.

1- El Juego de Ender: Si bien Orson Scott Card ha escrito a la fecha una gran cantidad de extensas novelas y con las cuáles ha ganado fama y fortuna, es en particular a este título al que le debe gran parte de dicho éxito.  Publicado por primera vez en 1977 en la versión que este libro recoge, consiguió su formato de novela en el año de 1985.  El cuento se sostiene por sí mismo, centrándose específicamente en la permanencia de su protagonista, el niño superdotado Ender, en la llamada Academia de Combate donde se prepara para la guerra contra un enemigo extraterrestre y del cual en el cuento apenas se sabe.  De este modo el relato no deja de mostrar la vida del chico junto a sus congéneres en dicho lugar, desarrollando en parte su relación con Bean, un niño mucho más pequeño que él y en quien ve un importante apoyo para conseguir sus propósitos.   Considerando todo lo que aparece en esta novela corta y lo que no posee respecto a su versión más conocida, otro punto de relevancia en este caso es el papel que cumplen los adultos en la novela corta; de este modo el texto se compone por páginas dedicadas a Ender y otras sobre aquellos que tienen a su cargo preparar a los futuros líderes militares terrestres.  Tal como en el libro, el clímax resulta sorprendente (siendo en síntesis el mismo de la novela) y sin embargo a éste le sigue un más que interesante epílogo, en el cual son los mayores quienes tienen la oportunidad de meditar respecto a todo lo que ha pasado.  Por cierto, en la novela corta algunos nombres de sus personajes ya emblemáticos varían respecto a como por lo general son conocidos: así es como el apellido de Ender aquí es Wiggins y no Wiggin y Mazer Reckham se llama Maezr.  Por último, en las “pocas” páginas que tiene su autor para contar tan importante historia, quedan de manifiesto tanto la brillantez de su protagonista, como su soledad; no obstante en tan poca extensión para narrar las aventuras de Ender, no es posible identificar por completo el carácter más sobresaliente de su personaje principal (y que los seguidores de la saga bien amamos). 

2- El Pájaro Cantor de Mikal: Versión en cuento de otra de sus novelas más recordadas, Maestro Cantor, y en las cuales una vez más Card aborda con gran imaginación y emotividad el rol del artista en el mundo (tal como en su bellísimo cuento Sonata sin Acompañamiento).  Además al igual que en la obra mencionada más arriba, acá el protagonista es un niño dotado como pocos, quien debe enfrentarse desde su posición privilegiada a la “crueldad” del mundo de los adultos; por otro lado, su trama no deja de transcurrir en un ambiente inolvidable, el cual pese a pertenecer al género de la ciencia ficción, se presenta como un mundo que rememora al de las narraciones clásicas de la literatura maravillosa.  Esta historia cuenta acerca de un muchacho con una voz prodigiosa, el cual es el bien más preciado del todo poderoso patriarca del imperio galáctico y con el cual mantiene una relación bastante familiar.  A lo largo del cuento es posible humanizar a quien desde la soledad de su posición, es decir el emperador Mikal, se le ve como a un sujeto inalcanzable y para quien sin embargo su Pájaro Cantor es como un hijo.  El niño, tal como el mítico Orfeo de la mitología griega, posee una voz capaz de sobrecoger el corazón de la persona más desalmada; a su vez el relato se encuentra lleno de intrigas, ya que sus personajes viven en medio de las típicas sociedades convulsionadas por el descontento político y el deseo de más poder entre sus líderes.

3- El Aprendiz Alvin y el Arado Inservible: La saga de Alvin Maker, de la cual a la fecha hay 6 novelas y uno que otro cuento por ahí, corresponde a una de las obras más hermosas y heroicas de la fantasía actual y, por supuesto, de la producción de su autor.  Su protagonista es Alvin, un hombre que desde antes de su nacimiento estuvo destinado a realizar actos increíbles llenos de magia.  En los libros abundan los personajes más extraordinarios, algunos de ellos sacados de la historia universal propia de finales del siglo XVIII y principios del XIX; la colección a su vez destaca, entre muchos aspectos, porque transcurre en una realidad alternativa donde cada sujeto posee un don sobrenatural con el cual nace y utiliza según sus propias intenciones.  Algunos de los momentos más inolvidables y emotivos de la narrativa de este escritor, corresponden a estos libros que en verdad todo amante del género debería leer (puesto que sus premisas no pueden dejar de ser más originales).  Un papel fundamental dentro de la saga viene a tener el tema de la naturaleza, la cual se exhibe en todo su esplendor a lo largo de las ya miles de páginas dedicadas al encantador Alvin el Hacedor.   Lamentablemente al leer esta primera versión de la primera novela sobre Alvin, el lector de habla hispana se haya en desventaja por encontrarse con un texto traducido, de modo que en parte se pierden sus virtudes; puesto que al tratarse de un poema épico, el efecto de traspasar el original a una lengua foránea, le quita en parte sus virtudes (como bien sucede con el efecto la rima en su idioma original y el uso de un lenguaje propio de la poesía narrativa).   De tal modo, la lectura de esta obra bien puede aburrir a quien no está acostumbrado a la poesía y más todavía si es traducida (como en mi caso, que admito que si bien mucho me gustan las novelas de Alvin Maker, fui incapaz de llegar a la mitad del poema).

Alvin era un aprendiz de herrero,
bombeaba el fuelle, martillaba clavos,
afilaba cuchillos, avivaba el fuego.
Era un niño bastante normal
excepto por esto: veía el mundo al sesgo,
el borde de la luz, ese embustero
que acecha con sonrisa negra y fría,
una mueca en los ojos y los labios.
Oh, Alvin era sabio.

El herrero no sabía de esas cosas,
sí que el niño era listo pero lento:
listo por sus frases ocurrentes,
lento en el fuelle, pues se distraía,
listo con su vista de avecilla,
lento en la forja cuando había prisa.
A veces el herrero lo apreciaba,
y otras gruñía: «Martillos y tenazas,
¡cuida esas manazas!».

Un día de ocio sugirió el herrero:
«Ve al bosque a coger bayas maduras».
Con gratitud Alvin dejó el fuelle
y echó a andar por el camino polvoriento.
Corrió como un potro encabritado,
llegó adónde estaba el bosque umbrío.
Como musgo se adhirió a las ramas,
sus dedos con el verde se fundieron…
así entonces le vieron”.

Bellísimo arte para la primera novela de una saga a tener en cuenta.
4- Negligencia: Cuento de ciencia ficción que no resulta ser lo mejor de esta gran colección que es Mapas en un Espejo, si bien se centra en una idea interesante.  En su trama, un hombre es sometido a una serie de transplantes de órganos para sobrevivir y estos van haciéndose tan invasivos que llegan a cambiar por completo la identidad del paciente.  El significativo título del relato hace mención a la típica problemática del mal uso de la ciencia como medio para aliviar la vida de los seres humanos y que sin embargo se transforma en la perdición de quienes desean sacar provecho de ello.  El texto está escrito siguiendo la clásica tradición del formato del diario de vida.

22 DE AGOSTO

     El doctor me está tratando con mucho cuidado y ya me siento menos difunto. Mi nuevo corazón (corazoncito, corazón de oro) ha generado nuevos pulmones, nuevos bronquios (es decir, la fontanería), un nuevo estómago, y la lista no termina nunca, así que ahora soy menos yo y más él. El doctor admite que no sabe cómo sucede, así que no puede hacer nada para impedirlo. No hay modo de trasplantarme todas las entrañas, hay límites a lo que puede hacer un médico.
     Pero yo sé cómo sucede y se lo contaría al doctor, sólo que entonces me haría encerrar por creer semejantes burradas. Veréis, mi virginal amiga Moral (sí, amigos, al fin acerté con el nombre, y casi vomité al enterarme) está embelesada con Peppinger. No creen que Cristo, Dios o nadie se reencarne en particular, sino que cualquiera puede hacerlo si está bien conectado con el espíritu del mundo. Hay espíritus y cuerpos, y algunos espíritus pertenecen al espíritu del mundo, y son fuertes. Otros han abandonado el espíritu del mundo y se hallan solos y son débiles. Algunos espíritus son tan débiles que se necesitan dos o tres o muchos para operar un cuerpo (bienvenida esquizofrenia), y otros espíritus son tan fuertes con el espíritu del mundo que pueden controlar muchos cuerpos al mismo tiempo (heil Hitler). Ella tiene sólo un pequeño espíritu del mundo (muchacha humilde) y sólocontrola un cuerpo. «Pero estoy sola», me dijo. La felicité y me fulminó con la mirada.
     Había muchas otras cosas. Tuve que fingir que estaba muy interesado, y soy un pésimo actor porque ella dijo que notaba que me importaba un bledo (ella dijo bledo, así que este eufemismo no es mío; parece que se arrepintió de haber lanzado juramentos la otra noche) la iglesia LD. Ellos creen que Cristo no era Dios sino su amigo, tratando de salvar no a la humanidad sino a Dios mismo al arrojar a todos los espíritus débiles y dejar que entrara en escena el gran espíritu de Dios y todas esas monsergas. ¿Quién entiende este lío? Nunca fui al catecismo”.

5- Seguidor: Un relato más que interesante y en el cual el protagonista es otro niño superdotado como bien le gusta crear a Card; no obstante en el caso de este pequeño, se trata de algo así como un paria para su mundo, viviendo una existencia infeliz y sin poder mantener una relación normal y amorosa con sus padres, quienes le temen por la particularidad de su vástago.  El protagonista es acompañado por su perro, que viene a ser su única compañía.  Pese a su vida algo desgraciada, el muchacho logra demostrar su valía cuando se involucra en el caso de una particular invasión extraterrestre, la que logra evitar y le permite conseguir cierta atención que desde un principio se le había negado.

6- Autostop: A mi humilde parecer, lejos uno de los cuentos más entretenidos de la colección, siendo que se aleja bastante de lo que por lo general uno acostumbra leer de la pluma de Orson Scott Card.  Correspondiente a la llamada “literatura realista”, es una cuasi melancólica historia narrada en primera persona y a manera de memorias, que no deja de poseer ribetes costumbristas al describir un mundo campesino de antaño (mediados del siglo XX).  Su particular humor además no deja de agradecerse, por cuanto nos muestra a un Card en una faceta poco conocida por el lector recurrente suyo (si bien en otros cuentos suyos pudo verse, tal como se comentó en la primera entrega de esta serie de artículos). En este relato se narra la curiosa aventura/desventura de un par de hermanos, quienes para conseguir dinero con el propósito de comprar una bicicleta, deciden realizar una peligrosa y delictual acción que al final se les va de las manos.   Uno de los aspectos más interesantes de esta obra, es cómo describe la relación entre hermano mayor y menor (el primero cercano a la adultez y el segundo en la antesala de la pubertad) tan verosímil en las palabras y situaciones que retratan esta “institución” y que muchos de nosotros conocemos en carne propia.  A su vez este título trata varios temas caro a la prosa de su autor, como la madurez, la responsabilidad de nuestros actos y el sentido de la familia.

7- Espléndida Novela: Este breve relato y el que le sigue, bien podrían considerarse como lo más débil de esta última entrega de Mapas en un Espejo.  En pocas palabras (ya que no merece mayor atención este aburrido texto) corresponde a algo así como la fantasía de un escritor, quien  se dirige al lector para compartir sus sueños sobre cómo sería escribir una de esas novelas que marcan éxito (y que pocos años después el escritor real conseguirían en más de una ocasión); de este modo el escritor ficticio de esta obrita en verdad inclasificable, se imagina un hipotético escenario para tal hazaña.  Queda claro en todo caso, que este singular narrador viene a ser algo así como la extensión de un Orson Scott Card en sus inicios.

8- La Caja de Billy: Otra historia bastante corta y que tras acabar tan de repente, uno piensa que más bien correspondía al germen de una obra mayor que nunca fue realizada.   Acá se narra las imaginativas aventuras de un niño bastante pequeño y al que sus padres le regalan una caja de embalar; es entonces que el muchacho le da varios usos para el gozo de su propia familia, la cual contempla cómo el benjamín se regocija con tan humilde objeto.  Sin dudas al escribir dicho relato, su autor tuvo buenas intenciones y entre ellas una positiva visión de la verdadera temprana infancia (algo por completo alejado de sus niños superdotados que tan famoso, multipremiado y rico lo han hecho), no obstante en tan breve extensión la premisa se queda en la buena voluntad y la ausencia de verdadero material de interés.

9- Una Gran Noche de Hogar: Segundo cuento mormón del libro, luego del anterior y que publicó el escritor en una revista de su comunidad religiosa; no obstante esta historia lejos se encuentra mejor desarrollada y logra entretener al lector medio, además de evidenciar las dotes narrativas de su autor.  Por otro lado esta historia no deja de ilustrar las hogareñas costumbres de una familia típica mormona, tal como el propio Card explica en su correspondiente apostilla y que para el no creyente bien pueden resultar no sólo curiosas, si no que también agradables.  En síntesis, el texto tiene de protagonista a toda una familia, muy unida entre sí, aún en las mismas singularidades de cada uno de sus miembros y donde uno de estos les da una ejemplificadora enseñanza al resto.

10- Bicicleta: Este es el relato al que más arriba se hizo referencia por su temática más o menos polémica (para un no mormón, claro).  Basado en una experiencia personal del escritor durante su etapa como misionero de su iglesia en Brasil (país que tanto lo marcaría como bien quedaría consignado en su recomendable secuela de El Juego de Ender,  La Voz de los Muertos), cuenta de una familia brasileña muy pobre y en la cual el hijo mayor de ésta, todavía un niño, se encuentra con una importante oportunidad para ayudar económicamente a su familia: una oferta de trabajo como repartidor de comida a bicicleta.  Sin embargo el bienintencionado chico no sabe conducirla y ante su desdicha (ya que nadie de su hogar sabe hacerlo tampoco) consigue la ayuda de los misioneros mormones que visitan de forma periódica a su gente, quiénes compartirán con él el conocimiento que requiere para sentirse útil.  Hasta el momento la trama no resulta complicada para quien no profesa dicha fe, siendo en este sentido tan conmovedora como bien acostumbra contarnos en sus creaciones Card…No obstante uno de los puntos que más mueven al niño a trabajar, es poder tener dinero para pagar el llamado diezmo a la iglesia.  El mismo autor narra todo esto con suma naturalidad, como una verdad en sí misma (un dogma, sin duda), a la cual no hay que cuestionar, como si no bastara con comprobar la misma miseria de dicha familia para excusarla antes sus supuestas obligaciones ¡Y más encima todos felicitan al pequeño por tener ahora los medios para dar el aporte que les corresponde!  A su vez en el texto se ve esta oportunidad como algo propio del Providencialismo, tal como se verá en la siguiente cita.[1]

      “Los misioneros, Amauri y su familia se sentaron en cajas en torno de la mesa, y luego los misioneros les hablaron de los mandamientos de Dios, incluido el que pedía que se diera a la iglesia un diezmo del dinero que ganaban. Mamá se quedó pensando, pues apenas ganaba lo suficiente para alimentar a su familia. Pero luego sonrió.
      —Desde luego. Por eso Amauri ha conseguido empleo. Podemos pagar un diezmo al Señor y aún tener suficiente para comer.
     Amauri se enorgulleció de hablar de su empleo con los misioneros.
     (…)
      Los misioneros regresaron a la mañana siguiente. No veían el momento de que Amauri se levantara para montar su bicicleta.
     Fue más difícil de lo que Amauri creía. Se cayó una y otra vez. Incluso en un campo herboso los golpes dolían, pero él seguía pensando: «El Señor me consiguió este empleo para que mi familia pueda pagar el diezmo. Montaré esa bicicleta»”.

11- Mamá y Papá se están volviendo locos: Dentro de los cuentos mormones del volumen, es lejos uno de los más entretenidos y lleno de valores morales, tal y como le gusta desarrollar en muchas de sus obras al autor.  En esta ocasión otra vez el protagonismo recae en una familia nuclear (ambos padres y sus hijos de distintas edades y sexo) y en la cual de un momento a otro los progenitores deciden cobrar a sus hijos por el uso de los automóviles de la casa, entre otros privilegios materiales del hogar.  Es así como esta decisión que desde lejos podría verse como una explotación y desfachatez por parte de los adultos, se transforma en la instancia precisa para educar moralmente a los jóvenes, quienes en todo caso logran reconocer las verdaderas intenciones de sus progenitores.  Uno de los aspectos más llamativos de este relato, es cómo muestra a una familia de clase media gringa, en la cual es natural poseer más de un automóvil y donde los hijos adolescentes hacen usos de ellos como quien se cambia de ropa; es así que a través de este puro detalle, es posible identificar la distancia cultural entre USA y los países como Chile, que si bien ambos siguen los modelos occidentales, en naciones tercermundistas de este lado del continente los patrones familiares difieren enormemente y uno viene a tener un auto ya de adulto, pagado de su propio trabajo y más encima sólo en las familias más acomodadas hay más de un vehículo (siendo que además pocos son los casos en que menores de edad tienen permiso legal para conducir).  Por ende, el cuento se transforma sin proponérselo en una invitación para reflexionar sobre estas mismas discrepancias culturales.

     “—Mamá, ¿podemos llevarnos el coche esta noche? —preguntó Anne—. Debbie y yo queremos ver Superman.
     — ¿Otra vez? —preguntó mamá—. ¿Cuántas veces la has visto?
     —Sólo tres. La guerra de las galaxias aún tiene el récord.
     —Ni me atrevo a preguntar cuántas veces.
     —Seis.
     —Puedes llevar el coche.
     — ¡Gracias!
     —En cuanto pongas al día tu cuenta del alquiler.
     Anne se horrorizó.
    —No me habías dicho nada al respecto.
    — ¿Por qué iba a decir algo? Es tu cuenta, no la mía.
    —Pero he gastado casi todo mi dinero.
    —Lo lamento. Tal vez Debbie pueda conducir.
    Revisaron las cuentas.
    —Tu cuenta suma treinta y ocho dólares con cincuenta y seis centavos —dijo mamá.
   Anne tragó saliva.
   —Pero, mamá, eso es más que una blusa nueva.
   —Pues sí —dijo mamá con una sonrisa—. Y eso que sólo te cobramos la mitad de lo que nos cuesta a nosotros.
    Anne fue al dormitorio, cogió el dinero y pagó”.

12- Gert Fram: Un último relato mormón cierra esta memorable colección de la primera narrativa breve de Orson Scott Card, siendo además un exponente más de la enorme capacidad de su autor para crear historias llenas de sensibilidad y gran humanidad.  Es así que en pocas páginas nos cuenta de una niña con un temprano talento para crear cuentos y quien junto a su familia se siente desgraciada debido a su torpeza; la chica pasa por una especie de depresión, hasta que su padre se da cuenta de ello y a través de una bella charla con ésta, le demuestra lo valiosa que es.  Como buena parte de la sección final dedicada a su literatura mormona, el cuento no deja de poseer un hondo sentido universal, el cual lo hace recomendable para cualquier persona que no ha perdido la fe en lo mejor de nuestra propia naturaleza.   

Si las portadas de las ediciones de bolsillo españolas de esta
antología son feas...¡Ésta de la edición completa es peor!


[1] Cabe mencionar que Card, tiempo después de haber “desclasificado” este cuento para sus lectores no mormones y haberlos impresionado negativamente con ideas como las expuestas en este caso, ha causado gran polémica debido a sus declaraciones homofóbicas en recientes años. Algo así no se esperaba de un artista que en su obra promueve la tolerancia y el humanismo, siendo que además su protagonista de la ya mencionada novela Maestro Cantor es gay.  Por mi parte, no he querido leer estas palabras suyas, para no decepcionarme de quien tantas satisfacciones me ha traído (después de todo, nadie es perfecto y bien sabido es que los artistas acostumbran tener sus excesos y parece que en materia de opinión pública Card no sabe moderarse).

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