martes, 14 de abril de 2015

Sin duda todo un maestro: Robert Bloch.


    Referirse a la obra de Robert Bloch es tratar con uno de los grandes de la literatura de terror contemporánea (ubicándose su obra en el transcurso del siglo pasado, desde el auge de los llamados pulps en la década del treinta, hasta comenzados los noventa); este autor marcó con su vasta producción el género, entre una gran cantidad de títulos que comprenden cuentos, novelas, antologías y guiones para televisión y cine, a tal punto de que fue nada menos que el autor del libro Psycho (1959) y que sirvió de fuente de inspiración para Alfred Hitchcock,  en la elaboración su obra maestra del cine Psicosis (1960).
     Nacido el 5 de abril de 1917 y fallecido el 23 de septiembre de 1994, Bloch fue uno de los talentos responsables de la masificación de la llamada “literatura popular o de género” (terror, fantasía, ciencia ficción, policial y western, entre otros) al comenzar su carrera publicando en las revistas de celulosa barata, que se vendían en kioscos y las que vieron nacer a otros genios como el propio Lovecraft, Robert Howard, Isaac Asimov, Ray Bradbury y muchos más indiscutidos escritores, que antes de conocer las lujosas ediciones de sus obras, se iniciaron con humildad en este recordado formato.  De hecho, Bloch es también recordado por ser uno de los miembros del selecto grupo de amigos epistolares del ya mencionado Howard Phillip Lovecraft, llamado por los entendidos como Círculo de Cthulhu, ya que con sus escritos ayudó a definir el Horror Cósmico creado por H.P.L, al entregar sus propios aportes entre los que se cuentan verdaderos clásicos como El Vampiro Estelar y La Sombra que huyó del chapitel (por cierto, la génesis de este dos cuentos es de lo más curiosa, ya que se trata de las continuaciones directas de una narración de su amigo Lovecraft, El Morador de las Tinieblas, donde en los 3 textos ambos autores incorporaron a su respectivo compañero como personaje, si bien cambiándole el nombre y dándole una muerte horrible dentro de estas ficciones).  Entre quienes amamos las historias que giran en torno a Yog-Sothot, Nyarlathothep y demases, bien conocida es la existencia del infame libro de arcanos conocimientos de magia negra, de nombre Necronomicon, el cual en todo caso corresponde a una invención más de la ficción lovecrafniana; pues bien, Bloch agregó dos textos más a la serie de obras de este tipo, las que corresponden a  De Vermis Mysteriis y Cultes des Goules.
    Si bien Robert Bloch incursionó con igual éxito en la ciencia ficción, fue en las historias de espanto (entre sobrenaturales y de psicópatas) que sobresalió, a tal punto que aparte de la mencionada Psycho y de la cual escribió 2 continuaciones, uno de sus cuentos hoy en día se constituye en todo un referente a la hora de hablar de literatura de terror del siglo XX y de asesinos seriales justamente.              Suyo afectísimo, Jack el Destripador tal como dice su nombre, corresponde a un potente relato que tiene como protagonista al reconocido criminal inglés de finales del siglo XIX y al que el autor recuperó para la ficción, otorgándole un destino impactante dentro de su narración.   Ante la originalidad de tal texto, que usó a esta figura histórica de manera nunca antes vista (y que luego sería revisitada en obras posteriores como la novela gráfica Desde el Infierno de Alan Moore), fue invitado por su amigo y colega Harlan Ellison para escribirle una continuación, ya en tono de ciencia ficción, en su celebrada antología de cuentos inéditos Visiones Peligrosas y a la que tituló Un Juguete para Juliette; asimismo el propio Ellison dentro del mismo tomo redactó una secuela al nuevo cuento de Bloch.  Muchos años después, siendo Harlan Ellison el consultor especializado de la famosa serie de televisión Babilonia 5 en los años noventa, tanto Bloch como Ellison fueron homenajeados por su creador J. Michael Straczynski, en el hermoso episodio de la segunda temporada titulado El Regreso del Inquisidor (1995). Por otro lado, el mismo Bloch en su calidad de guionista y trabajando en una serie de culto como nada menos que Star Trek, llevó una vez más al futuro al famoso asesino en el capítulo Wolf in the Fold, durante la segunda temporada (1967); ese mismo año y meses antes de la emisión de este guión, realizó el especial de Halloween de este programa, Catspaw, en el cual supo recoger muy bien el espíritu de las viejas historias de terror de su primera época.

      “ -Mr. Carmody -dijo-, ¿ha oído usted hablar de… Jack el Destripador?
     -¿El asesino? -pregunté.
     -Exactamente. El más monstruoso de todos. Peor que Landrú. Jack el Destripador. Jack el Rojo.
     -He oído hablar de él -dije.
      -¿Conoce usted su historia?
     -Escuche, Sir Guy -murmuré-. No creo que nos sirva de nada desempolvar antiguos cuentos de viejas acerca de famosos criminales de la historia.
       Sir Guy me miró fijamente.
      -Esto no es ningún cuento de viejas. Es un asunto de vida o muerte.
     Estaba tan obsesionado, que incluso hablaba en tono melodramático. Bueno, estaba dispuesto a escucharle. A los psiquíatras nos pagan para que escuchemos.
      -Adelante -le dije-. Oigamos la historia.
       Sir Guy encendió un cigarrillo y empezó a hablar.
     -Londres, 1888 -empezó-. Finales de verano y comienzos de otoño. Ésa fue la época. Surgida de ninguna parte, apareció la sombría figura de Jack el Destripador… una sombra furtiva con un cuchillo, vagabundeando por el East End de Londres. Acechando a las escuálidas divas de Whitechapel. Nadie sabe de dónde llegó. Pero trajo la muerte. La muerte en un cuchillo.
     »Aquel cuchillo descendió seis veces para hundirse en las gargantas y en los cuerpos de mujeres de Londres. Busconas. El 7 de agosto fue la fecha del primer asesinato. Encontraron el cadáver de la mujer con treinta y nueve cuchilladas. Un crimen horroroso. El 31 de agosto, otra víctima. La prensa empezó a interesarse por el asunto. Los habitantes de los suburbios se interesaron todavía más.
     »¿Quién era aquel desconocido asesino que vagabundeaba por allí y mataba a capricho en las desiertas calles de sus barrios? Y, lo que era más importante: ¿cuándo entraría de nuevo en acción?
     »La fecha fue el 8 de septiembre. Scotland Yard nombró comisionados especiales. Los rumores iban y venían. La espantosa naturaleza de los asesinatos era tema de las más descabelladas especulaciones.
     »EI asesino utilizaba un cuchillo… con gran pericia. Seccionaba gargantas y cortaba… ciertas partes de los cadáveres después de la muerte. Escogía víctimas y lugares con diabólica premeditación. Nadie le vio ni le oyó. Pero los guardias, al hacer su ronda al amanecer, tropezaban con la desdichada víctima del Destripador.
     »¿Quién era? ¿Qué era? ¿Un cirujano loco? ¿Un carnicero? ¿Un científico demente? ¿Un enfermo mental escapado de un manicomio? ¿Un noble psicopático? ¿Un miembro de la policía londinense?
     »Luego apareció el poema en los periódicos. El poema anónimo, destinado a poner fin a las especulaciones… pero que sólo consiguió aumentar hasta el frenesí el interés público. Una burlona cuarteta:

No soy un carnicero, ni tampoco un mendigo,
ni un médico demente, ni un loco matador:
soy su sincero amigo,
atentamente suyo: Jack el Destripador”.

     Si bien lleno de hitos en su producción, se puede destacar entre otros, el hecho de que haya terminado nada menos que el relato inconcluso del precursor en este tipo de literatura, Edgar Allan Poe.  El texto en cuestión corresponde a El Faro, el cual apareció en su versión acabada por Bloch en 1977 (mientras que lo escrito por el autor de El Gato Negro data de 1849).
     Como ya se dijo arriba, Bloch es más encima el autor de Psycho, obra cumbre del subgénero conocido como psychotriller y que fue el libro que con tanto éxito adaptó para el cine Hitchcock, bajo el nombre de Psicosis. Lo que algunos ignoran respecto al origen de esta novela, es que su autor se basó en otro famoso caso policial, como ya sucedió con su historia sobre Jack el Destripador.  Fue así como en esta ocasión tomó como fuente para su prosa, las atrocidades cometidas por su compatriota Ed Gain, cuyos delitos que implicaban tanto asesinato, como necrofilia y todo tipo de perversiones con los cuerpos de sus víctimas, fueron descubiertos por la época en la que el escritor ya había logrado la consagración.  No está demás decir que gracias al respaldo del director de Los Pájaros, su obra más famosa es esta potente novela, que sin dudas llega a ser mucho más gore que su versión fílmica.
    
     Terror (1962) corresponde a una novela corta suya que se lee de un tirón, en especial gracias a su narrativa atrapante y llena de giros argumentales atractivos, basados muchos de ellos, en todo caso, en los elementos típicos de la literatura policial y/o de crímenes.  El texto posee dos narradores, uno que corresponde al protagonista y otro, nada menos que al asesino de esta historia.  De hecho parte con este último, quien aparece como narrador cada vez que comete un homicidio.  Su trama trata acerca de un joven de veinte años, quien vive con su único familiar, una simpática tía (no se sabe si soltera o viuda), quien ha recogido al muchacho luego de la muerte de sus padres (tampoco se entra en conocimiento de si es consanguínea suya o política, ni si su parentesco es paterno o materno) y quien pretende iniciarlo en sus negocios.  Siendo sinceros, quien pronto será ya un adulto según los parámetros de la época (a los 21 años en aquel tiempo, recién a tal edad se adquirían plenos derechos y obligaciones civiles), resulta ser al principio de la trama un sujeto algo desagradable, ya que se lo describe como alguien prejuicioso y, lo peor de todo, misógino, como también todo un resentido social; no obstante, en la medida que se involucra en los vericuetos del misterio policial y delictivo que toca a su puerta, demuestra poseer varias virtudes, entre las que se encuentran la valentía, iniciativa y, lo mejor de todo, la capacidad para madurar y aprender de las duras experiencias que le entrega la vida.   Pues bien, la existencia del hasta el momento irresponsable personaje cambia, cuando su tía queda en poder de una pequeña figura india de la diosa Kali, lo que desata la ola de muertes atroces que en un principio hacen creer a los agentes de policía involucrados, que el mancebo viene a ser el culpable de todos los sucesos.  Una vez que el protagonista queda libre de culpa, decide averiguar por su cuenta la verdad y es entonces que se ve en medio de una serie de sujetos sospechosos  y hasta mortales, de entre los que de seguro se encuentra el verdadero asesino.
     Bloch demuestra en esta obrita suya su talento para jugar con los leiv motivs del género, en primer lugar otorgando a su historia el atractivo de una cultura “exótica” como la de la milenaria India y que si bien todo transcurre en USA, involucra varios aspectos de esta sociedad: como sus costumbres, varios personajes originarios de este país, su propia religión llena de dioses y sus propios avatares históricos, de modo de aumentar la dosis de aventura dentro de su argumento (por su aire propio de una intriga internacional).  Todos estos detalles dramáticos,  hacen que el lector se pregunte qué tanto de lo que nos cuenta Bloch forma parte del real legado indio y qué inventó él mismo para crear toda una atmósfera de intriga y peligro.  Además agrega a esto la presencia de dos bellezas femeninas, distintas en apariencia y motivaciones, pero que resultan tan misteriosas en su actuar, que envuelven tanto al aspirante a héroe, como a uno mismo por sus personalidades y las que bien responden al estereotipo de la femme fatale.
     Teniendo en cuenta la época en la que fue escrita esta novelita, puede llamar la atención un marcado erotismo en el texto, el cual si bien no es explícito, a ratos viene a ser más que sugerente y que en parte puede tratarse de la intención de hacer una velada crítica social, a los convencionalismos sociales de la época por parte de su autor.  Este tipo de situaciones son posibles ver en el libro, por supuesto, gracias a la conducta del personaje principal con las dos mujeres con las cuales le toca interactuar, siendo una de ella una mujer “mayor” que él y además “separada” (todo un escándalo para aquellos años) y la otra alguien proveniente de otro “mundo”, quien más encima posee conocimientos que la ponen por sobre el supuesto inocente galán (en especial en el fino arte del amor y la seducción).
     Por último, cabe destacar la psicología con la cual es visto el muy especial asesino del libro, cuya identidad llega a ser toda una revelación una vez llegados al clímax.  Es al respecto, que una vez que el criminal descubre el poco valor de su empresa delictual, es posible identificar una lectura velada más al texto, consistente en la idea de que las religiones en ocasiones pueden ser un medio para cometer atropellos y que sus dogmas resultan vacíos, si son seguidos por personas de espíritu pobre.

2 comentarios:

  1. Rostro muy conocido el del señor Bloch. Aunque me lo he topado desde hace años en libros, debo confesar que solo he leído "Piscosis" y uno que otro cuento, entre los que está, por supuesto, "Suyo afectísimo, Jack el Destripador". Tengo un par de libros suyos en espera.
    ¿Has visto las otras tres continuaciones de "Psicosis"?

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    1. ¡Grande Bloch! Debo contarte que acá llegaron en nuevas ediciones las continuaciones de su obra más famosa, gracias a La factoría de Ideas y que vergonzosamente aun cuando estaban muy baratas, no las compré. Así que ahora me hice la promesa de no volver a cometer este error y por eso apenas me encontré con este libro que aquí comento y con su versión de las historias de la película de "La Dimensión Desconocida", no dudé en adquirirlos (así que se viene este año una crítica dedicada a esta última obra).

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